Tras la visita, hemos trabajado el manejo y control de la correa con su propietario; aprender a cogerla, giros a izquierda, derecha y cambio de sentido.
Alfonso se ha sentido muy cómodo, y ha podido comprobar que la correa hay que saber manejarla al igual que el volante de un coche. Sabiendo controlarla, el perro es respetado en todo momento, sin tirones ni tensiones; todo lo contrario, informando al perro de todos los movimientos, algo que muy poca gente hace.
La correa no es una simple cuerda. Para el perro es tu brazo... y depende de lo que transmitas, el estará más a gusto o más tenso.
Se ha portado genial, ya tiene su vacuna puesta y en un par de semanas le acompañaremos de nuevo a poner la leishmania para seguir trabajando con el.
Mil gracias familia por confiar en Vivir en Manada!