Presentaba reactividad hacia humanos y perros (en la primera sesión me tiro la boca dos veces llegando a marcarme en las piernas).
Ladraba a todo lo que se movía a su alrededor. Hoy, es un perro feliz y así me lo transmite su propietaria.
Hemos regulado sus impulsos, ahora tiene autocontrol y sobre todo, nuevas emociones.
La próxima semana se va a incorporar a uno de nuestros grupos de socialización para seguir incrementando sus relaciones sociales con otros congéneres.
Mil gracias a Milagros y su marido por confiar en Vivir en Manada.