Trece es un pero muy mimado, con mucho antropomorfismo que ha conllevado a conductas inapropiadas.
El proceso de humanización es algo que el humano realiza de manera involuntaria, por falta de conocimientos sobre la mente del perro, nos lo llevamos al terreno humano, obteniendo un perro confundido, estresado, con ladridos excesivos, tirones de correa…. Entre otras muchas cosas.
En tan solo esta primera sesión, ya su propietaria me transmitía que su perro estaba distinto, no es así como Trece se comporta habitualmente. Esto para mí es un buen indicativo, ya que el animal se muestra propenso a esa transformación, es decir; lo está pidiendo a gritos, está pidiendo ser el perro que lleva dentro y despojarse de todo lo que le ha llevado al estado en el que está.
La próxima semana vamos a seguir avanzando con Trece y Leticia, en busca de nuevos resultados.
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